La Casa de Alba, una de las casas nobiliarias más relevante de la historia de España, está dando muestra una vez más de su vocación de servicio a la sociedad española. Desde el mes de diciembre ha expuesto públicamente una selección de las piezas más destacables de su patrimonio artístico-cultural. Hasta el 21 de abril el público podrá contemplar en las salas de exposición del Ayuntamiento de Madrid, en la plaza de Cibeles, obras como La Virgen de la Granada de Fra Angelico, La Duquesa de Alba de Goya, cartas autógrafas de Colón, una primera edición del Quijote, piezas de arqueología… Una amplia muestra que nos habla del fuerte interés cultural de los miembros de la Casa de Alba que, a lo largo de los siglos, han sabido mantener el legado artístico y cultural de sus antepasados e incrementarlo a través del coleccionismo, con gran esfuerzo personal y económico.
Con ocasión de esta exposición, que España Real recomienda vivamente a sus lectores, D. Carlos Fitz-James Stuart, primogénito de la Duquesa de Alba, ha concedido una entrevista a este medio, que reproducimos a continuación.
España Real: Ya en los orígenes de la dinastía de Alba hay nombres como Garcilaso de la Vega, Calderón de la Barca o Lope de Vega que recibieron el firme apoyo de aquélla. ¿Podemos afirmar que el patrocinio de la cultura y la Casa de Alba han caminado siempre unidos?
Duque de Huéscar: Sí. el Gran Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, el III Duque de Alba, era un hombre muy culto, muy del Renacimiento, que tuvo una relación muy grande con Boscán y con Garcilaso de la Vega y estuvo muy vinculado a la cultura y a la literatura de su tiempo. Sabía latín y, a parte de un gran militar, era un hombre con unos conocimientos de historia y de literatura importantes.
Hay algunos nombres que destacan en la historia familiar en esta labor. El XIV Duque de Alba, Carlos Miguel Fitz-James Stuart es un buen ejemplo. ¿En qué consistía su proyecto artístico-cultural?
Él es el gran mecenas de la Casa. Le gustaba mucho Florencia y compraba muchos cuadros en sus viajes. Había veces en que se medioarruinaba y tenía que vender algunos cuadros para recuperarse un poco, y cuando estaba recuperado seguía comprando. Tuvo mucha relación con pintores, con escultores de su época. Su proyecto era crear una galería de arte en Madrid para que el público pudiera visitar algunas de estas obras.
Siguiendo con la lista de nombres clave en la promoción culural, la XVI Duquesa de Alba, Rosario Falcó no puede faltar. ¿Cuál fue el alcance de su trabajo en el Archivo familiar y en la edición de documentos del patrimonio de la Casa?
Tuvo una importancia muy grande en esta época porque la Casa estaba atravesando por momentos muy difíciles y esta señora que era muy inteligente y muy culta – era la madre de mi abuelo, es decir, mi bisabuela – no solamente levanta la Casa económicamente sino que además ordena los archivos, salva muchísimas obras de arte que estaban corriendo serio peligro, que se podían hipotecar o perder. En ese sentido estuvo muy apoyada por un administrador llamado Lopátegui (un señor mayor vizcaíno con barbas, con muy mal genio). Reorganizó los archivos, hizo un libro muy importante en el que realizó un estudio de los cuadros, ordenándolos, así como diferentes libros. Compró el palacio de Monterrey, que era un granero en esa época.
Y su abuelo, D. Jacobo Fitz-James Stuart. En su figura quizás se vea de una manera más clara la implicación de la Casa de Alba en la cultura y la intelectualidad. Académico de las tres grandes academias españolas, presidente de la Real Academia de la Historia, colaborador con la Residencia de Estudiantes…
Antes de hablar de mi abuelo, es necesario mencionar al marqués del Carpio, D. Luis de Haro, quien en el siglo XVII había sido probablemente el mejor coleccionista de España. Pero se arruinó y solamente nos llegan 32 cuadros muy buenos, muy importantes de una colección espectacular de unos 1800 cuadros. El Velázquez que nos llega es de él, por ejemplo. Y otros cuadros extraordinarios que desgraciadamente se perdieron por otras razones, como por ejemplo La Venus del espejo de Velázquez, un Giorgione, la Madona de Alba de Rafael. Desgraciadamente la época de Godoy no fue una buena época para la Casa. Cuando la Duquesa de Alba murió, no tuvo hijos y tampoco tenía hermanos, lo que hizo que hubiera un desorden terrorífico, se llevó muy frívolamente, se aprovechó todo el mundo de su testamento. No se sabe exactamente cómo salió la Venus del espejo, si lo regaló a Godoy o si éste se lo quedó. Fue una etapa, un momento triste, de una gran desorganización en la que se pierden estas tres obras, que cualquiera de las tres hubieran sido de lo más importante de la colección. Si hubiéramos conservado la Venus del espejo hubiera sido lo más importante de la colección.
Y en cuanto a mi abuelo, fue también un intelectual muy conocedor y muy aficionado al arte y a los cuadros: realmente compró bastantes cuadros, incluso después de la guerra. Era claramente un intelectual, miembro de las tres academias – de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, miembro y director de la Real Academia de la Historia y fue académico de la de Lengua – y fue creador del Patronato del Museo del Prado, apoyó muy decididamente la Residencia de Estudiantes y muchas otras organizaciones culturales.
Además de ser quien comenzó la pesada tarea de la reconstrucción del Palacio de Liria tras la Guerra Civil.
Él comienza la restauración del palacio en el año 47. No lo vio finalizado porque muere en el año 53, y correspondió a mis padres llevar toda la obra adelante. Lo que fue realmente una gesta importantísima y supone un mérito enorme porque aquí no quedaron más que las cuatro fachadas después de la guerra. Entonces mi madre animó a mi abuelo para reconstruir el palacio porque en unos años muy difíciles de la postguerra en que se estaban vendiendo las casas, hubiera sido mucho más cómodo haber puesto otra Torre de Madrid e irse a vivir a un chalet a Puerta de Hierro; sin embargo, se tuvo el coraje y el espíritu de la Casa y ese gesto muy admirable de haber reconstruido el palacio. Pero mi abuelo no lo llegó a ver, murió en el año 53, el palacio se inaugura en el año 56 precisamente para mi Primera Comunión. Prácticamente toda la obra recayó sobre mi madre.
La Guerra de Independencia y la Guerra Civil mermaron el patrimonio artístico cultural de la Casa de Alba. ¿Se pudo recuperar en alguna medida esta pérdida?
No: de la Guerra de la Independencia, que yo sepa, no. Fue un desastre para toda España, una masacre para nuestro patrimonio histórico artístico (para España me refiero) tremendo y la Casa sufrió mucho con el castillo de Alba de Tormes, para Ciudad Rodrigo fue un desastre ya que sólo quedó la tercera parte de la ciudad, la tercera parte de Salamanca, que es una ciudad monumentalmente tan importante. En Loeches, se robaron robó alrededor de ochenta cuadros, casi toda la colección.
Hemos hablado de varios miembros de la Casa. ¿Hay alguno cuya labor no se haya resaltado lo suficiente?
No hay que olvidarse de la figura de mi padre. Un hombre muy discreto, que estaba siempre en segundo plano pero de gran importancia, cuya colaboración en la reconstrucción del palacio de Liria fue fundamental. Fue un hombre muy inteligente, que saneó la economía, una persona que reorganizó el campo, creó empresas agrícolas (dos de ellas fueron declaradas empresas modelo, ejemplares). Su repersusión se extendió al ámbito político ya que Consejero del Reino, una pieza fundamental para cuando faltara Franco, en tanto que era el órgano encargado de preparar la terna para que el Rey eligiera al Presidente del Gobierno. Fue Jefe de la Casa de la Reina María Victoria, Consejero de Banesto, Consejero del Banco de España, de muchas compañías españolas… Igualmente, en el ámbito cultural, presidió el Instituto de España, fue Director de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, habiendo sido mucho antes académico. Una persona muy discreta que desgraciadamente murió a los 52 años pero tuvo un papel muy relevante en esta Casa y muy importante para España.
Para los visitantes, Liria es un museo; para ustedes, el hogar. ¿Qué supone vivir en un palacio en el que cada rincón o cada objeto es parte de la historia?
Bueno, nosotros no vivimos en cada esquina, pero naturalmente supone una gran responsabilidad, pero bueno, yo nací con ello, estoy acostumbrado, he nacido en ese ambiente, me he formado para ello y tampoco estoy todo el día pensando en que hay un Goya aquí o que hay un Greco allá. Yo hago mi vida normal y cuando van surgiendo algunos problemas con las obras de arte, se intentan solucionar. Como se puede ver en la exposición, están en buen estado, se han ido restaurando, limpiando.
¿Cree que está suficientemente reconocida la labor que hacen ustedes por la cultura?
No, probablemente no. Simplemente, el hecho de haber reconstruido el Palacio de Liria, pudiendo poner aquí otra Torre de Madrid o unos apartamentos, haber organizado todo el patrimonio histórico-cultural y tenerlo aquí bien protegido, en las condiciones en que se tiene, tiene un mérito enorme para mi madre. Y eso en el fondo no está reconocido. Probablemente ahora, con la exposición la gente puede tener una representación de las obras de arte que se tienen y pueden apreciar que tiene mucho mérito conservar las cosas; ven a la gente de Estado que se encuentra en los cuadros y esto probablemente despierte ese conocimiento, esa inquietud. Pero en definitiva, tiene uno la conciencia tranquila de hacer lo que tiene que hacer.
Además de que lo han hecho ustedes sin ayuda de nadie.
Sin ayuda absolutamente de nadie. Esto ha corrido a costa exclusivamente de la Casa de Alba.
Volviendo al terreno histórico-político, 1930 es un año difícil para la monarquía, en el que va perdiendo apoyos constantemente. El Duque de Alba, su abuelo, es de los pocos que pone empeño en salvar a la monarquía frente a la falta de compromiso de otros políticos monárquicos. ¿Por qué cree que lo hace?
Yo no sé si se sabía en ese momento realmente lo que acabó pasando; la situación era muy mala, las cosas vienen de pronto, hay que tener en cuenta que el detonante fueron unas elecciones municipales, que encima ganó la monarquía. Entonces yo no sé si se era consciente de lo que luego iría a ocurrir.
Y hay que recordar que años más tarde, D. Jacobo será de los primeros en atender la llamada de Don Juan a dejar sus cargos en el régimen de Franco, cuando éste hace caso omiso de la demanda de Don Juan de dejar paso a una monarquía democrática. El Duque de Alba deja su cargo de embajador en Londres mostrando una gran lealtad hacia Don Juan.
Una de los rasgos genuinos de la Casa de Alba ha sido su servicio a la Corona. ¿Qué motivos encuentra hoy para seguir manteniendo esa lealtad?
Los tiempos han cambiado muchísimo, estamos en una democracia, en un regimen que no tiene nada qué ver con el régimen del año 31. Hoy en día en política y en los demás ámbitos públicos, los cargos vienen del gobierno. Pero hay que apoyar a la monarquía en la medida en que se pueda siempre y en todo lo que la Casa Real quiera de nosotros, estamos a su más entera disposición porque estamos convencidos de que sirviendo a la monarquía se sirve al país.
Igual que Don Juan Carlos tuvo que afrontar la tarea de devolverle al pueblo las libertades perdidas, ¿cuáles cree que serán los retos de Don Felipe cuando empiece a reinar?
Yo encuentro que la situación de Don Felipe en principio era más fácil y digo era porque ahora hay otros problemas que con la situación actual se están complicando; pero el Rey tuvo que hacer una cosa muy difícil: heredó una dictadura con unas cortes nombradas a dedo y tuvo que desarmar todo el sistema para montar un sistema nuevo y traer la democracia a España. Todo eso en muy poco tiempo, lo que era tremendamente difícil. Y además en un momento de España muy delicado porque teníamos una crisis del petróleo, crisis económica muy aguda y conseguir que todo unas cortes se hicieran el harakiri era muy difícil en una España en que había muchos atentados de E.T.A., el ejército, que era un poder fáctico, estaba vigilando y había que tener cuidado con muchos factores. Eso salió muy bien, fue verdaderamente admirable, y fue muy elogiado por todo el mundo. Y Don Felipe, casi cuarenta años después y Dios quiera que nuestro Rey siga viviendo muchos años, se va a encontrar con una España completamente distinta. Habrá que hacer reformas evidentemente. Y luego hay una dificultad: en los países se olvida mucho lo que ha pasado. La gente joven se piensa que esto ha sido siempre así y no se da uno cuenta de todo lo que se ha pasado, esto es así y casi es un milagro que sea así y hay que corregir, habrá que ver algunos puntos de la Constitución, ajustar las cosas, y habrá que hacerlo todo con la mayor inteligencia y moderación porque este país es muy radical y piensa que hay que cambiarlo todo. Y no, no hay que cambiarlo todo en absoluto. Hay que coger todo lo bueno y lo que se cree que no funciona, cambiarlo. Pero vamos, que esto no corresponde a Don Felipe. Él como rey de España será un rey parlamentario: reina pero no gobierna. Eso corresponderá a los gobiernos que toquen entonces, que espero que tengan la responsabilidad que requiera el tiempo. Yo creo que Don Felipe está preparadísimo, se está ganando el respeto del país y como lo que tiene que hacer es reinar, está sobradamente preparado para reinar.
¿Qué tiene que decir la nobleza a la sociedad de hoy?
Yo creo que básicamente la nobleza lo que tiene que procurar es ser lo más ejemplar posible en su línea normal, dentro del hecho de que somos seres humanos, imperfectos, muy imperfectos, con nuestras limitaciones. Y procurar ser leales a la Corona.
Zorann PETROVICI