La Norma básica que los españoles nos dimos vía referéndum atribuye a La Corona una posición fundamental en nuestro sistema orgánico, situándola formalmente a la cabeza del mismo por primera vez en nuestra historia constitucional.
Nuestra ley de leyes le otorga, asimismo, una alta significación y relevancia dentro de la forma política del Estado, nuestra monarquía parlamentaria. En ella, el Rey es el símbolo de la unidad de España y la más alta representación del Estado español.
Nos deja, por tanto, nuestra Constitución un importante legado como es la institución monárquica, consolidada y en pleno vigor a pesar de las dificultades actuales y a pesar de que, desde algunos sectores sociales se intente poner en duda el arraigo y el papel de la monarquía en España.
En 1977, el entonces profesor Manuel Fraga Iribarne escribió, sobre las condiciones que conciernen a La Corona: “entonces será posible lo que es necesario: un rey más amado que temido, con más autoridad que fuerza, no prisionero de nadie, apoyado en la Ley, respaldado por el ejército, con proyección de futuro y presidiendo un juego político de amplia base”.
Por fortuna para España y los españoles, estas premisas se han cumplido y, durante estos años hemos podido ver de cerca el valor y la valía de nuestro Rey, especialmente en esos momentos dolorosos y difíciles que todo pueblo atraviesa, y ello se ha reflejado en sus intervenciones públicas y en sus viajes fuera de España, donde siempre es nuestro mejor embajador.
Precisamente, en su último mensaje navideño, el monarca animó a buscar las fórmulas para que quienes dedicamos nuestra vida a la política podamos superar las diferencias que de forma legítima y democrática tenemos, dejarlas a un lado y buscar los puntos de acuerdo y las soluciones más inteligentes y más beneficiosas para sacar a España de la crisis que atravesamos.
El Rey ha vuelto a demostrar por qué es el Jefe del Estado, identificando cuáles son los problemas y las necesidades que atenazan a la sociedad española y siendo capaz de atisbar los caminos que hemos de tomar para ser capaces de dar respuestas adecuadas y vislumbrar el futuro con más claridad.
La confianza en nosotros mismos y en las potencialidades de nuestro país para superar las dificultades, la fe en nuestras posibilidades son, para nuestro monarca, las herramientas más importantes para que España siga siendo un gran país y un referente cultural y social en Iberoamérica y en Europa y para ser capaces de superar, como en otros momentos históricos, nuestros problemas.
Los fructíferos años del reinado de Juan Carlos I están siendo, para millones de españoles un tiempo de calma que ha hecho posible la paz y la prosperidad que hemos vivido muchos años en este país.
Así mismo podemos ver en el príncipe Felipe un importante factor de estabilidad en la Jefatura del Estado, con una asunción impecable de sus tareas como heredero al trono y futuro rey de España. Los españoles vemos, cada día, a un príncipe comprometido y cercano, adaptado a los cambios y a las necesidades del país.
Todo ello, acrecienta nuestra firme convicción de que la Corona ha sido y es un bien básico que los españoles, en su mayoría, sostenemos con firmeza, tanto en la prosperidad como en la crisis. Todo ello nos muestra a los españoles que la monarquía es una pieza esencial de la paz, la unidad y la prosperidad de los españoles que a todos nos toca defender y fortalecer.
Ignacio Diego
Presidente de Cantabria