En pleno corazón de Madrid, desde hace ya un año la Galería de las Colecciones Reales se erige como un símbolo monumental del rico legado histórico y artístico de la Monarquía Española. Este museo, que alberga tesoros de incalculable valor a lo largo de los siglos, no solo es un repositorio de arte y cultura, sino también una narrativa viva de la herencia real de España. A través de sus piezas, el museo invita a los visitantes a un viaje por la Historia, destacando la conexión inextricable entre Madrid y el legado de la Monarquía, la influencia de la herencia italiana, la importancia de los Sitios Reales en la comprensión de la vida monárquica y la cesión de los bienes reales al Patrimonio Nacional.
La Galería de las Colecciones Reales, además de poner en valor la historia y el patrimonio regio, también rinde homenaje al origen de Madrid, enclave al que los árabes denominaron Mayrit. Este vínculo hace que la ubicación del museo y del propio Palacio Real de Madrid conecte con la historia de la ciudad. Madrid, bautizada ya en el siglo XI como villa, ha sido testigo de numerosas transformaciones a lo largo de los siglos, pasando de ser una pequeña fortaleza musulmana a la capital del Reino de España.
La elección de Madrid como sede del Museo de las Colecciones Reales es realmente un acierto y proporciona el contexto perfecto para entender cómo la historia de la ciudad y la Monarquía están entrelazadas, especialmente desde que en 1561 Felipe II la eligiera sede de la corte permanente.
Aunque si su enclave es un acierto, lo es más su discurso museístico. La Galería de las Colecciones Reales incorpora elementos que invitan tanto al propio museo como a sus visitantes a participar en la renovación de paradigmas historiográficos, los cuales han sido objeto de estudio y discusión por parte de los historiadores en las últimas décadas, y que es imperativo que sean accesibles a todos, pues muchos de ellos todavía permanecían encerrados en los muros de la Academia.
Uno de estos aspectos es la inclusión de la herencia italiana. Esta influencia se remonta a Isabel de Farnesio, la segunda esposa de Felipe V de Borbón y madre de nuestro Carlos III, pero que antes fue rey de Nápoles y Sicilia. Su llegada a la corte española no solo enriqueció la vida cultural de la Monarquía, sino que también dejó una impronta duradera en las colecciones reales que, a día de hoy, sigue siendo desconocida para muchos, aunque muy visible en nuestro patrimonio regio.
Durante su reinado en Italia, Carlos reunió una vasta colección de obras de arte que más tarde trasladó a España. Entre las obras más destacadas se encuentran piezas de Tiziano, Rafael y otros maestros del Renacimiento italiano. Estas obras no solo enriquecieron el patrimonio artístico de la Monarquía, sino que también influyeron en los artistas locales, además de traer con él arquitectos y artistas italianos, cuyas obras son hoy patrimonio de todos los españoles.
Esta conexión con Italia, sin embargo, no se circunscribe al siglo XVIII, sino que ya en los siglos precedentes, los virreyes y gobernadores de Nápoles, Milán, Sicilia o Cerdeña, entonces territorios de la Monarquía de España, actuaron como agentes y mecenas para los distintos monarcas, contribuyendo a la construcción de una de las mejores colecciones pictóricas y de tapices del mundo, como se puede ver, todavía hoy, en los distintos Sitios Reales, la propia Galería de las Colecciones Reales o el Museo Nacional del Prado.
En este sentido, uno de los aspectos más destacados del museo es su enfoque en cómo los bienes que en el pasado eran propiedad de la Monarquía, se han convertido hoy en patrimonio de todos. A diferencia de otros países, donde las colecciones reales siguen siendo propiedad de la Casa Real, en España estos bienes han sido cedidos al pueblo, un ejercicio de generosidad que define a nuestra Monarquía Parlamentaria.
Esta transición comenzó en el siglo XIX, durante el reinado de Isabel II, cuando se creó el Patrimonio de la Corona que, andado el tiempo, se convertirá en Patrimonio Nacional. Una ley de 1865 estableció la gestión y preservación de los bienes de la Corona, lo que permitió que siguieran unidos y fueran inalienables. Esta decisión reflejaba un cambio significativo en la percepción de la Monarquía y su relación con los españoles.
La Galería de las Colecciones Reales es un testimonio de esta transformación y no solo celebra la riqueza cultural e histórica de España, sino que también subraya la importancia de preservar y compartir este legado.
La cesión de estos bienes al Patrimonio Nacional ha permitido que los ciudadanos tengan acceso a una parte fundamental de su historia y cultura y la puedan compartir con el resto del mundo. Así, creo, el museo no solo “educa” a los visitantes sobre la Historia de la Monarquía, sino que también fomenta un sentido de orgullo y pertenencia en la identidad nacional tan necesario en estos tiempos en el que parece que ser español es patrimonio de unos pocos.
Muy acertadamente, esta narrativa coherente y bien estructurada permite entender cómo la Monarquía ha sido una fuerza central en la formación de la identidad nacional española y, muy especialmente, en la preservación del patrimonio cultural español.
Además, este enfoque no solo celebra los logros de los Reyes y Reinas, sino que también proporciona un contexto para entender las decisiones y eventos que han moldeado la Historia de España y de su patrimonio.
En conclusión, la Galería de las Colecciones Reales expone las bases de una tradición Monárquica que, al igual que su discurso museístico, se renueva y actualiza cada día de acuerdo con las exigencias de la sociedad actual, formada, exigente y democrática, como es nuestra propia Monarquía. Esta actualización constante asegura que el museo no solo celebre el pasado, sino que también sea relevante para el presente y el futuro, es decir, es un puente entre el pasado y el presente, que conecta a los españoles con su rica herencia cultural gracias a un ejercicio de rigor histórico y museístico.
En un mundo en constante cambio, la Galería de las Colecciones Reales se presenta como un recordatorio necesario de la riqueza y diversidad de la Historia española, y una invitación a todos los ciudadanos a explorar, aprender y apreciar su patrimonio común.
Sobre la autora
Marina Perruca es doctora en Historia Moderna por la Universidad Rey Juan Carlos y la Università di Bologna. Profesora Ayudante Doctora de Historia Moderna en la URJC. Autora y editora de monografías, capítulos de libro y artículos en editoriales nacionales e internacionales. Profesora e investigadora invitada en las Universidades de Bologna, Roma Tre y el Consiglio Nazionale delle Ricerche.