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1992: el año en que España regresó al mundo

Hace 30 años España volvía por todo lo alto a la escena internacional, como una democracia moderna, avanzada, dinámica y emprendedora. La Corona desempeñó un papel fundamental para que 1992 fuera "el año de España".
Don Felipe, abanderado de España en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Fuente: sportssantander.es
Don Felipe, abanderado de España en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Fuente: sportssantander.es

En el mensaje de Navidad de 1986, el rey Juan Carlos I afirmó que media docena de años después iban a tener lugar en España “grandes acontecimientos, que atraerán sobre nuestra Patria la atención del mundo entero. Debemos estar preparados para responder a esa cita, que no solo ha de servir para fortalecer el prestigio de España sino también para dar un paso adelante en el diálogo y la convivencia entre los pueblos del mundo”. Efectivamente, en 1992 se organizó en la ciudad de Sevilla la Exposición Universal, dedicada a la era de los descubrimientos. Se celebró, asimismo, en Madrid, que fue aquel año la Capital Cultural de Europa, la II Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno los días 23 y 24 de julio. El 25 del mismo mes se inauguraron los Juegos Olímpicos de Barcelona, a los que siguieron semanas después, los Juegos Paralímpicos. A estos magnos eventos podría añadirse otro, que tuvo lugar en Madrid entre finales de octubre y principios de noviembre de 1991: la Conferencia de Paz sobre el Próximo Oriente, auspiciada por Estados Unidos y la Unión Soviética. En una tendencia ascendente desde 1989, el prestigio internacional de España quedó notablemente reforzado en aquel entonces, antesala de los episodios del ’92. El rey Juan Carlos I y su familia, la Corona y la Monarquía de España tuvieron un papel central en el desarrollo y el éxito de todo ello.

En Sevilla, esa ciudad de color especial tal como cantaban Los del Río, se celebró, entre el 20 de abril y el 12 de octubre de 1992, la Exposición Universal de Sevilla, la Expo o Expo’92. El proyecto había sido lanzado una década antes, primero a nivel local y, más adelante, nacional. En 1982 se presentó la candidatura de Sevilla a la Oficina Internacional de Exposiciones para organizar una Exposición Universal en Sevilla coincidiendo con el quinto centenario del descubrimiento de América. Aunque Chicago hubiera hecho ya otra propuesta para el mismo año, se aceptó la española con la intención de simultanearlas. Sin embargo, la ciudad estadounidense renunció en 1985 por problemas organizativos. La Expo de Sevilla transformó la ciudad andaluza: autovías y rondas, estación de Santa Justa, llegada del AVE, ampliación del aeropuerto. La feria universal tuvo lugar en la margen derecha del Guadalquivir, en la zona de la isla de la Cartuja. Los datos oficiales cifraban en unos 40 millones los visitantes a la Expo’92 en los 176 días en que permaneció abierta. El 26 de julio la mayoría de los mandatarios de los países participantes en la segunda Cumbre Iberoamericana se desplazaron a Sevilla –tras haber hecho lo mismo el día anterior a Barcelona- para visitar la Expo: era el día de Iberoamérica. Don Juan Carlos y Felipe González acompañaron a los quince jefes de Estado, les ofrecieron un almuerzo y les despidieron con un “hasta luego”. En su discurso, el Monarca español les dijo que “cuenten siempre con España y los españoles”. 

Los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92 se desarrollaron entre el 25 de julio y el 9 de agosto. El día de la inauguración, el rey Juan Carlos I y su esposa doña Sofía ocuparon el centro de la tribuna principal de invitados del Estadio de Montjuïc. Tras los discursos del alcalde Pasqual Maragall y del presidente del COI Juan Antonio Samaranch, el Monarca español inauguró la Olimpiada: Benvinguts tots a Barcelona. Hoy, 25 de julio del año 1992, declaro abiertos los Juegos Olímpicos de Barcelona, que celebran la vigesimoquinta olimpiada de la era moderna”. Desde el primer momento, en 1981, el rey Juan Carlos I mostró su apoyo a la candidatura de Barcelona para organizar los Juegos Olímpicos de 1992. La vinculación de la familia real con el deporte y, más específicamente, con el olimpismo no es ningún secreto. En Barcelona ’92, la tarde-noche del 25 de julio, Felipe de Borbón y Grecia, en aquel momento príncipe de Asturias y rey de España en la actualidad, hizo su entrada en el Estadio de Montjuïc al frente de la delegación española. Miembro del equipo olímpico de vela, fue el abanderado de España. Los miembros de la familia real apoyaron día tras día a los deportistas españoles.

Los Reyes y sus hijos celebran un tanto del equipo de waterpolo en los JJOO de Barcelona 1992. Fuente: EFE
Los Reyes y sus hijos celebran un tanto del equipo de waterpolo en los JJOO de Barcelona 1992. Fuente: EFE

Los JJOO de Barcelona fueron, en boca del presidente del COI Juan Antonio Samaranch, “los mejores Juegos de la historia”. Las ceremonias de inauguración y clausura, tanto de los Juegos Olímpicos como de los Juegos Paralímpicos, maravillaron al mundo. La organización dio excelentes resultados y las instituciones, aunque con algunos roces, colaboraron. Barcelona vinculó, en 1992, el desarrollo de las Olimpiadas con la transformación urbana (rondas, puerto, villa olímpica, instalaciones deportivas, recuperación del litoral), a partir de un modelo público exitoso. Los Juegos representaban el segundo gran evento internacional que acogía la ciudad condal en el Novecientos. El otro había tenido lugar en 1929: la Exposición Internacional de Barcelona. Ambas magnas celebraciones se sitúan, frecuentemente, en una línea de continuidad que empieza con la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Constituyen tres momentos claves en la definición de la ciudad contemporánea y de su imagen ante el mundo. En todos los casos el patrocinio real fue decisivo: la regente María Cristina de Austria, Alfonso XIII, Juan Carlos I. El mismo año de 1929 se celebró en Sevilla la Exposición Iberoamericana.

1992 fue un gran año para España. Con los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Exposición Universal de Sevilla, la II Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno y la Capitalidad cultural de Europa en Madrid, España regresó al mundo, tras muchas décadas de impuesto o voluntario retraimiento internacional. Y lo hizo como una sociedad y un país nuevos, reconformados desde la Transición democrática, que reclamaban otra mirada desde el exterior, alejada de tópicos gastados, al tiempo que pedían un lugar más adecuado y activo en el concierto mundial. España se presentó abiertamente como una nación y una sociedad democráticas, modernas, económicamente sólidas, avanzadas, creativas y emprendedoras. Una nación, la española, en forma de monarquía parlamentaria, a cuyo frente estaba desde 1975 un Rey de la familia de Borbón, Juan Carlos I. La Corona tuvo un papel decisivo en que todo resultara posible. No casualmente, en 1992, Juan Carlos I y la familia real alcanzaron uno de los puntos álgidos de su popularidad, tanto en España como en el escenario internacional. La comunión entre los españoles y su Monarquía alcanzó enormes niveles. Fue, en fin de cuentas, el año de España, el año de la Monarquía de España.

Sobre el autor

Jordi Canal (Olot, 1964) es historiador y profesor-investigador en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París. Conferenciante, ponente y profesor invitado en distintos países de Europa y América. Autor, entre otros, de La Monarquía del siglo XXI (Turner, 2019) y de 25 de julio de 1992: la vuelta al mundo de España (Taurus, 2021), en el marco de la colección “La España del siglo XX en siete días”, que él mismo ha dirigido.