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Ignacio Peyró: «El día a día de la institución monárquica es una afirmación de su utilidad»

Peyró y Felipe VI

Ignacio Peyró (Madrid, 1980). Periodista y escritor, es autor, entre otros libros, de Pompa y circunstancia. Diccionario sentimental de la cultura inglesa (Fórcola, 2014), Comimos y bebimos. Notas de cocina y vida (Libros del Asteroide, 2018). En su trayectoria periodística hay que hacer referencia a su etapa como columnista y redactor jefe de Cultura de La Gaceta de los Negocios y a su presencia habitual como firma de periodismo literario, opinión política y dos áreas de su especial interés —la literatura y la cocina— en diarios españoles (El País, El Mundo, ABC, La Vanguardia…) y en revistas nacionales, anglosajonas y francesas (Revista de Libros, Nueva Revista, Esquire, National Geographic, Histoire et civilisations…). 

Asesor de diversas personalidades de la política nacional, conferenciante en instituciones como la Universidad de Oxford, la British Library, la Fundación Juan March o la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, es desde 2017 director del Instituto Cervantes de Londres.

En 2018 fue galardonado con el XXIX Premio FIES de Periodismo por su artículo «Las monarquías razonables», publicado en ABC el 12 de julio del 2017. Ha reflexionado sobre la Corona y su sentido en la sociedad del siglo XXI en otros artículos, como «De cómo la Corona se hizo útil» (El Mundo, 30.01.2018) o «Espejo de Príncipes. Lecciones de Bagehot para monarcas de ayer y de hoy» (Nueva Revista, 27.11.2014). 

En muchas ocasiones uno de los argumentos que se esgrime en favor de la institución monárquica es su utilidad en situaciones de crisis (23 de febrero o 3 de octubre, por ejemplo). Sin embargo, ¿qué valor añadido puede aportar a una democracia como la nuestra en el día a día, es decir, en situaciones no excepcionales?

En una democracia como la nuestra, el día a día de la institución monárquica es una afirmación de su utilidad y del correcto engrasado de nuestro sistema. No es una institución que descanse; a lo largo del año, en ese “día a día”, son muchas las personas a las que llegan y las instituciones o asociaciones que conocen; son muchos los lugares que visitan, dentro y fuera de España y, por tanto, la labor de representación que realizan.

¿Qué papel juega la Monarquía en la proyección de la cultura española fuera de nuestro país?

Es sin duda importante su presencia en actos que rinden homenaje a la cultura española como, por ejemplo, la apertura de la exposición de Sorolla antes de la pandemia en la National Gallery de Londres. Pero tiene un particular calado el apoyo brindado a instituciones como las Reales Academias, Patrimonio Nacional o, de modo muy especial por su proyección exterior, el Instituto Cervantes. A la vez, de alguna manera la cultura española es inseparable de la Corona: del Escorial al Prado, muchas de las grandes manifestaciones de nuestra cultura están ligadas a ella.

En Las monarquías razonables hablaba de la «magia» del sistema monárquico como una de sus fortalezas y señaló la necesidad de que fuera acompañada de la ejemplaridad del soberano. En este aspecto, ¿qué opina de las medidas de transparencia adoptadas por el rey Felipe durante su reinado? 

Sin ser experto en el tema, creo que la Corona hace bien en someterse de grado a unas exigencias de transparencia que hoy son mucho mayores que al principio de la Transición.

En uno de sus artículos («De cómo la Corona se hizo útil») hace referencia al «gran relato del reinado de Juan Carlos I». Las noticias aparecidas en los últimos años sobre el rey Juan Carlos han empañado lo que ha sido sin duda un reinado extraordinario. ¿Considera que se está perdiendo la perspectiva histórica de lo que han supuesto para España los casi 39 años de reinado de don Juan Carlos?

Creo que en el futuro pesará, más que los descontentos del presente, sus aciertos y su valor en el pasado.

En ese mismo artículo, escribía que «a uno puede frustrarle que las pasiones de la opinión pública se inflamen más al comentar el estilismo capilar de una princesa», pero que sin embargo «debiéramos felicitarnos: hemos dejado pasar una ocasión para el cainismo y lo hemos sustituido por la ligereza». ¿No considera un riesgo el que se frivolice la imagen y el papel de la Corona?

Es perfectamente humano y comprensible que nos llamen más la atención los reyes que, qué sé yo, los directores generales de la Administración. Lo importante es que esa atracción sirva para la solidez y el prestigio de una imagen e incluso para ser un ejemplo -en todo lo que va de la moral personal a la urbanidad. La clave es que haya sensibilidad para no transmitir una imagen de frivolidad, más aún en momentos de importante escrutinio mediático o de malestar social -y aquí no me refiero tanto al núcleo de la Familia Real como a su “entourage”.