Tras el exilio del rey Ammanullah Khan, a mediados de 1929 regresó al país desde la India, al frente de un ejército armado por los británicos, el Príncipe Mohammed Nadir Khan (1883-1933), se enfrentó con sus tropas al usurpador Kalakani y tomó Kabul en octubre de ese año.
Proclamado Rey el 16 de octubre, no tardó en abolir algunas de las reformas que había promulgado Amanullah, para congraciarse con los conservadores de su propia tribu Pastún, aunque a pesar de estas medidas los rebeldes religiosos continuaron su lucha opositora. En 1930, además de haber convocado la Loya Jirga para reforzar su ascenso al Trono, luchó contra las rebeliones de las tribus Shinwari y Tayik, animadas por los soviéticos. El mismo año, una fuerza militar de la URSS cruzó la frontera en persecución de un caudillo uzbeko cuyas fuerzas habían hostigado a los soviéticos desde su santuario en Afganistán. El Ejército Real condujo a la frontera a la banda de uzbekos y para finales de 1931 la mayor parte de sublevaciones habían sido reprimidas y la asamblea de tribus redactó una nueva Constitución conservadora.
El 8 de noviembre de 1933, Nadir Khan se encontraba visitando un instituto de enseñanza secundaria cuando fue asesinado por Abdul Khaliq quien le disparó durante la ceremonia de graduación. El asesino, de etnia Hazarí, era partidario de Amanullah y fue ejecutado.
Sucedió en el Trono su segundo hijo de 19 años, Muhammad Zahir Shah, nacido en 1914 en Kabul. Estudió primero en la Escuela de los Príncipes de la Habibia High School y en el Liceo Francés de la capital afgana. Luego en el Instituto Pasteur de París y la Universidad de Montpellier. En 1930 se integró en la Escuela de Infantería de Kabul. En 1931 se casó con su prima hermana la Princesa Humaira (1918-2002).
Los primeros años de su reinado se vieron dominados por sus tíos paternos Mohammad Hashim Khan y Shah Mahmoud Khan, que actuaron como primeros ministros, renovando las alianzas establecidas en el anterior reinado. A finales de los años 30 su política se acercó a las potencias del Eje, aunque el país permaneció neutral durante la II Guerra Mundial.
En 1953 su cuñado y primo, el Príncipe Muhammad Daoud Khan, se convirtió en primer ministro durante 10 años. En su primer periodo de gobierno, colaboró con el Rey en el proceso de rápida modernización del país, con la mejora de las condiciones de vida en áreas rurales y el acceso a la mujer a la educación secundaria. Pero todas sus reformas se vieron oscurecidas por su creciente autoritarismo y apartamiento del Rey de las decisiones de gobierno. Su acercamiento a la URSS en el marco de la Guerra Fría le llevó a enfrentarse con Pakistán, el gran aliado de los Estados Unidos y Gran Bretaña en la zona. En efecto, Daoud, que no había aceptado la Linea Durand establecida en 1947 y que separaba los dos estados, pretendía que todos los miembros de la tribu Pastún separados a ambos lados de la frontera, quedaran unidos en Afganistán. En 1960 el Ejército Real cruzó la frontera para ocupar la provincia de Bajaur con la pretensión de ocupar ese territorio y todo el Baluchistán, sin haber llegado a un acuerdo con las tribus de la zona. La pretensión de la URSS de debilitar a Pakistán enfrentando a los dos países, hizo que las potencias capitalistas reforzaran la ayuda militar a Pakistán, que derrotó al ejército afgano. Aislado de todos a partir de 1961, la dependencia económica y política de la URSS se hizo mayor.
En 1963 el Príncipe Daoud propuso una nueva Constitución autoritaria, de partido único, que la asamblea y el Rey rechazaron. Mohammed Zahir le depuso y asumió el gobierno para normalizar las relaciones con Pakistán, las potencias capitalistas y las comunistas, en el espíritu de los países no alineados. En una entrevista en 1969 el rey declaraba: “yo no soy un capitalista, pero no quiero el socialismo. No quiero una política que ha llevado al tipo de situaciones que se dan, por ejemplo, en Checoslovaquia. No quiero que seamos los siervos de Rusia, de China, o de quien sea”.
Los Reyes comenzaron una serie de visitas oficiales a numerosos países siendo recibidos en Londres por la Reina Isabel II y el Duque de Edimburgo, en París por Charles de Gaulle, en Washington por John F. Kennedy, en Tokio por los Emperadores Hirohito y Nagako, en Irán por sus parientes el Shah Mohammed Reza Pahlavi y la Emperatriz Farah, en la India por el Jahawarlal Nehru, en Pakistán, e incluso en la URSS.
“Zahir Shah era amado por mucha gente”, recordaría Abdul Hamid Mubarez, uno de los periodistas más conocidos de Afganistán. “Para ellos, era una mezcla de cultura afgana y occidental. Fue educado en Francia y tuvo la oportunidad de observar el sistema democrático allí. Trajo algunas ideas muy progresistas”. El Rey hablaba pastún, urdú, hindi, persa, inglés, francés e italiano. Esta parte de su reinado se caracterizó por ser un período de paz, de tranquilidad y de libertad, nunca conocidos en el país y que durante décadas se recordó con inmensa nostalgia.
Sin embargo, la paz no fue acompañada de prosperidad para todos y la propaganda soviética culpó al Rey Zahir por no haber ayudado a desarrollar la economía de muchas zonas del país. Este descontento, materializado en los jefes de algunas tribus y en los ulemas que veían desaparecer su influencia de manera paulatina (como sucedía en Irán en la misma época), fue aprovechado por el partido comunista, financiado por la URSS, y por la ambición del ex primer ministro Príncipe Daoud.
El 17 de julio de 1973, mientras Zahir Shah se encontraba en Roma recibiendo tratamiento médico oftalmológico, su cuñado y primo dio un golpe de estado y proclamó la república que nació como un estado autoritario. La Reina y la Familia Real fueron encarcelados hasta que se produjo la abdicación del Rey en Roma, el 24 de agosto. Daoud fue asesinado junto a casi toda su familia por miembros del Partido Comunista afgano en 1978, durante el golpe de estado pro-soviético, previo a la invasión.
El Rey y su familia residieron durante su exilio en Italia, como sus primos descendientes de Amanullah. Vivieron en una villa en la vía Cassia de la población de Olgiata, al norte de Roma. El Rey dedicaba su tiempo a estudios de historia y cultura afgana de la Edad Media. El generoso Emperador de Irán, financiaba la estancia de la Familia Real y los estudios de sus hijos en Estados Unidos y Canadá. En los años 80, tras la caída de la Monarquía persa, sus partidarios del exilio afgano se encargaron de ese apoyo financiero a los Reyes.
En 1983 durante la Guerra Soviético-Afgana, el Rey intentó unificar a la oposición a los soviéticos pero los talibanes se negaron a formar parte de ello. En 1990 los Estados Unidos y la URSS se entrevistaron con el Rey para proponerle, de manera poco firme, como autoridad neutral para restablecer la paz, pero los talibanes volvieron a negarse. En 1991 fue apuñalado por un enviado de los talibanes, pero sin consecuencias graves. Tras la victoria talibán, algunas potencias trataron de proponerlo como autoridad que unificara las tribus y las diversas facciones políticas, pero la debilidad de Estados Unidos y el bloqueo de Pakistán lo impidieron.
En 2002, después de la guerra en la que Estados Unidos invadió el país y derribó al régimen talibán, fue reclamado para convocar la asamblea de notables, la Loya Jirga que elegiría al nuevo presidente de la república, Hamid Karzai (miembro de una familia muy leal al Rey), a pesar de que la ONU y los países involucrados en el Acuerdo de Bonn había decidido establecer en Afganistán una Monarquía constitucional con Zahir Shah como Rey.
Estados Unidos no lo apoyó y prefirió instaurar una república. La miopía de Estados Unidos impidió establecer un régimen que hubiese tenido apoyo de las monarquías del Golfo Pérsico y de la mayoría de las potencias y hubiese sido una contradicción para los talibanes, que querían establecer un emirato, teniendo ya un Rey, descendiente del Profeta, a la cabeza del país. La Monarquía era la única institución que servía de unión de las diversas tribus en Afganistán. Es algo en lo que Estados Unidos siempre ha errado. Error cometido en Europa desde 1918, y posteriormente en Irán, Iraq, Etiopía, Vietnam, Camboya, Laos y tantos otros lugares y que ha traído guerra y desgracia.
El Rey fue proclamado “Padre de la Nación” y se estableció de nuevo en el Palacio Real, donde falleció el 23 de julio de 2007. Fue sepultado al lado de sus padres y esposa en el Mausoleo Real. La Reina Humaira había fallecido en Roma el 26 de junio de 2002, dos semanas antes de reunirse con el Rey en Kabul.
Ante los trágicos acontecimientos vividos en el mes de agosto de este año, no nos queda más que la leve esperanza de un pronto cambio de los acontecimientos. Y nada mejor que las palabras de la Princesa Noal para cerrar este artículo: “estamos con el corazón roto, sangrante, viendo los innumerables afganos inocentes, una vez más sin casa, indefensos. Hemos de ayudar en lo que podamos y rezar por las familias que no pueden abandonar el país y por las que tienen que permanecer en él. El alma de Afganistán es eterna”.
Sobre el autor
Datiu Salviá Ocaña (Lérida, 1964) es historiador y profesor de Historia. Ha publicado numerosos artículos sobre historia dinástica y genealogía en revistas especializadas nacionales e internacionales. Recientemente ha publicado un libro sobre las seis hijas del rey Miguel I de Portugal, antepasadas de numerosas casas reales y principescas europeas.