“El trabajo que mi padre ha realizado durante 25 años, desde ahora reposa sobre mis espaldas. Pido a Dios su ayuda para recoger con dolor esta difícil herencia”.
Son palabras que pronunció ante su Consejo de Ministros una joven y triste Reina Margarita II un 15 de abril de 1972, después de ser proclamada Soberana minutos antes, tras el fallecimiento de su padre Federico IX, hace de ello 50 años.
Esta reina que concibe la institución monárquica como algo perteneciente al patrimonio de la nación, sabe aunar la sencillez de trato y las posiciones políticas y sociales de una monarquía parlamentaria, con formas tradicionales que dan un toque de distinción y de pompa a una de las monarquías más antiguas de Europa. Las carrozas, los uniformes, las joyas y condecoraciones históricas, chambelanes, damas de honor, bailes y palacios hacen de la danesa la corte más fastuosa del continente junto a la sueca.
En 1940 el soberano reinante era Christian X, monarca desde 1912. Era hijo de Federico VIII y de Luisa de Suecia Federico VIII era hermano del rey Jorge I de Grecia, de la reina Alejandra de Gran Bretaña y de la emperatriz María Feodorovna de Rusia. Todos ellos hijos del “suegro de Europa”, Christian IX. Christian X era, a su vez, hermano del Rey Haakon VII de Noruega, que nació como Príncipe Carlos de Dinamarca.
Ante esos lazos familiares internacionales y por su perfecto conocimiento de la realidad y de los deseos del pueblo danés tras la desastrosa guerra de Schleswig-Holstein contra la Alemania de Bismarck, Christian se negó a participar en la Primera Guerra Mundial. Tampoco fue su intención ni la de su gobierno, participar en la Segunda. A pesar de ello, la furia expansionista de la Alemania nazi, se tragó el pequeño y pacífico Reino escandinavo en 1940.
Una semana después de la ocupación, el 16 de abril de 1940, durante el internamiento forzoso de la familia real, nacía en el palacio de Amalienborg, en Copenhague, la princesa Margarita Alejandrina Thorhildur Ingrid, hija de los príncipes herederos Federico e Ingrid. Este nacimiento fue visto como un rayo de esperanza ante los tiempos oscuros que se estaban viviendo. Enseguida fue llamada Daisy en familia, como su abuela materna inglesa.
Tras unos años de relativa tranquilidad y de cierta autonomía en los asuntos internos del reino, una serie de protestas populares contra las condiciones cada vez más duras de la ocupación, hicieron que las autoridades alemanas impusieran la ley marcial, el 29 de agosto de 1943. El rey Christian era el auténtico símbolo de resistencia nacional frente al invasor. Era habitual verlo pasear a caballo o en un pequeño carruaje, por las calles de la capital, y saludar y hablar con quien se le acercara. Tras una caída de caballo sus actividades se redujeron al máximo, hacia finales de ese año. Su esposa Alejandrina, nacida princesa germánica, vivió con especial sufrimiento la ocupación ya que no se sentía en absoluto identificada con la Alemania nacionalsocialista, como la mayoría de las antiguas casas reales del Imperio Alemán.
Este periodo oscuro en la historia de Europa acabó en Dinamarca el 4 de mayo de 1945, en que tras los ataques británicos, las tropas alemanas salieron del país incondicionalmente. Dos años después, el 20 de abril de 1947, falleció Christian X y fue sucedido por su hijo Federico IX, casado con la princesa Ingrid, hija del entonces príncipe heredero de Suecia, futuro Rey Gustavo VI Adolfo, y de la princesa Margarita de Gran Bretaña, nieta de la reina Victoria.
Tras la llegada al mundo de Margarita nacieron dos princesas más: Benedicta el 29 de abril de 1944 y Ana María el 30 de agosto de 1946.
Federico e Ingrid consiguieron transmitir al país una imagen de familia, unida y serena -donde la música tenía una importancia capital-, capaz de hacer frente a los desafíos de la modernidad y amante de las tradiciones y del deber. Pero al mismo tiempo abierta y liberal, como la misma sociedad danesa exigía. Dieron a las princesas una completa formación en la que se combinaban tradición y modernidad, simpleza familiar y pompa oficial, proximidad popular y distancia respecto a las luchas políticas.
Al carecer la pareja real de hijos varones, y debido a una cierta impopularidad del príncipe Knud, hermano menor del rey, en el invierno de 1952, el Folketing o parlamento discutió y aprobó la propuesta del primer ministro Erik Eriksen de cambiar el orden de sucesión y abolir la ley Sálica. Se sometió a referéndum el 28 de mayo de 1953 y fue aprobado por mayoría absoluta. Margarita fue declarada así princesa heredera.
La nueva heredera y sus hermanas estudiaron primero con preceptores privados en palacio y luego en la escuela femenina “Zahle” de Copenhague. En 1959-1960 Margarita estuvo en la North Foreland Lodge School en Kent, Inglaterra. Y tras obtener el bachillerato danés, en los años 60 realizó estudios de arqueología en el Girton College de la Universidad de Cambridge y estudios de historia, ciencias políticas y economía en las universidades de Copenhague y Aarhus, la Sorbona y la London School of Economics. Luego recibió cursos de formación en las reales fuerzas aéreas y en la armada real danesa y perfeccionó sus conocimientos de idiomas. Habla perfectamente alemán, sueco, inglés francés, además del danés y algo de feroés. Durante años participó en excavaciones arqueológicas con su abuelo el rey Gustavo VI Adolfo de Suecia y su dama de honor la condesa Wava Armfelt, en Italia, Turquía, Egipto, Sudán y en la propia Dinamarca en las excavaciones de los restos vikingos de Bornholm.
Mientras se encontraba realizando un curso de economía en Londres, en 1965 la princesa conoció en una fiesta al conde francés Enrique de Laborde de Montpezat, tercer secretario de la embajada francesa en la corte británica. Volvieron a coincidir al año siguiente en el matrimonio de una amiga común.
Enrique había nacido en Talence cerca de Burdeos el 11 de junio de 1934 y era hijo del conde André de Laborde de Montpezat, de una antigua familia de Bearn, y de su esposa René Doursenot. Había pasado su infancia y adolescencia en la Indochina francesa, donde su padre tenía propiedades y luego en el castillo familiar de Cahors. Se especializó en derecho y lenguas orientales en la Sorbona. Posteriormente ingresó en el servicio diplomático, sirviendo en Argelia y Reino Unido.
El 3 de septiembre de 1966, la corte danesa anunció el compromiso matrimonial entre Margarita y Enrique. Se recordaba en aquellas jornadas el hecho de que la princesa también tenía orígenes berneses como descendiente del mariscal Jean Baptiste Bernadotte que, tras servir a Napoléon, fue rey de Suecia y Noruega y fundador de la dinastía que reina desde Estocolmo.
El enlace se celebró el 10 de junio de 1967 en la Holmes Kirke (iglesia de los Pescadores) de Copenhague ante la presencia de todo el Gotha europeo, entre ellos los futuros reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía, primos de Margarita. Enrique fue declarado el mismo día Príncipe de Dinamarca, con tratamiento de Alteza Real, y tras su conversión al luteranismo, transformó su nombre en Henrik.
Por razones políticas la familia real no pudo contar con la presencia de su más joven princesa en aquellos felices días. En efecto, la princesa Ana María con 18 años se había casado el 18 de septiembre de 1964 con su primo el joven rey Constantino II de Grecia, hermano de la reina Doña Sofia. Tras el golpe de estado de los coroneles en 1967, la mayoría de las democracias europeas rompieron su relaciones con Grecia y los soberanos decidieron no acudir al enlace para evitar tensiones diplomáticas entre los gobiernos.
Margarita y Enrique tuvieron pronto descendencia: en 1968 nació el príncipe Federico y al año siguiente, el príncipe Joaquin. Aparte de la vida familiar, la joven pareja se esmeraba en cumplir con sus obligaciones públicas en Dinamarca y en el extranjero, dedicándose sobre todo a la promoción cultural y comercial del país. Sus actividades eran cada día más numerosas debido al estado débil de salud del rey. Este soberano, adorado por los daneses por su prudencia y estricto sentido de los deberes constitucionales y sencillez, falleció en el palacio de Amalienborg el 14 de enero de 1972.
Al día siguiente, en una austera ceremonia en el balcón principal del palacio de Christiansborg, el primer ministro Jens Otto Kragg, repetía tres veces ante miles de daneses, el tradicional grito de “el rey, ha muerto viva la reina”. Una pálida y emocionada Margarita, velada y vestida de riguroso luto, solamente animado por la banda de la orden de Dannebrog, que cruzaba su pecho, pronunció sus primeras palabras como reina, que hemos reproducido al inicio de este artículo. La nueva Reina presidió seguidamente el Consejo de Ministros, en el que anunció que reinaría con el nombre de Margarita II, Reina de Dinamarca, renunciando al tradicional enunciado del “rey de los vándalos, de los suevos y de los godos” que ostentaron todos los reyes daneses desde tiempo de los vikingos.
Años más tarde la soberana confesó sobre ese día: ”era un día muy frío y húmedo y a pesar de todo había una gran multitud aclamando. Me di cuenta en ese momento que yo les pertenecía para siempre, que trabajaría por y para los daneses […] cuando alcancé la mayoría de edad y le manifesté a mi padre mi temor ante la llegada de este momento, el rey me dijo con sencillez “ya verás mi querida hija que cuando llegue el momento, todo irá bien” usaba palabras sencillas para los momentos importantes […] cuando pienso en aquellos momentos decisivos recuerdo también el consuelo y la fuerza que me da la Fe, y que me llevó a la creación de la divisa de mi reinado “con la ayuda de Dios, el amor del pueblo, la fuerza de Dinamarca”.
Margarita y Enrique comenzaron su labor como soberanos. A la reina le corresponde atender los asuntos más importantes del Estado. Cada miércoles recibe al primer ministro. Desde finales de los años 70 no se ha conseguido casi ninguna mayoría absoluta en las elecciones, y se han tenido que formar diversas coaliciones para gobernar; con los que la función de la reina de escoger primer ministro, entre los ganadores de las elecciones tiene una gran trascendencia. Un año después de su acceso al trono, la reina firmó el tratado de adhesión de Dinamarca al Mercado Común Europeo, aunque 20 años más tarde en 1993 y por medio de un referéndum, Dinamarca pospuso la aceptación de las condiciones del tratado de Maastricht.
A parte del primer ministro, la reina recibe cada semana al ministro de asuntos exteriores y se reúne quincenalmente con el consejo de ministros. Existe además una antigua tradición, según la cual cualquier danés, que lo solicite con tiempo, puede ser recibido en audiencia privada por la soberana.
La relaciones exteriores constituyen una parte importante del trabajo de los soberanos. Les corresponde la alta representación del reino en la diplomacia bilateral y en cualquier acontecimiento relevante a nivel internacional. El príncipe Enrique, debido a su formación, era un experto en Extremo Oriente y se encargaba de todo lo relacionado con Francia a nivel comercial, social y cultural. Como príncipe consorte Enrique fue canciller de las Órdenes Reales, ostentaba la presidencia de la Cruz Roja, el comité de comercio exterior y del World Wildlife Fund, para Dinamarca, entre otras. El primer viaje oficial que realizaron Margarita II y Enrique fue quizás el más emocionante, ya que visitaban oficialmente Suecia y fueron recibidos por el abuelo de la reina el rey Gustavo VI Adolfo en 1973, pocos meses antes de su fallecimiento.
Desde entonces han sido innumerables los viajes tanto de Estado, para presidir actos culturales sociales, deportivos y económicos en todo el mundo y para acudir a acontecimientos de la realeza, visitar a su extensa e internacional familia. Los soberanos realizaron una visita oficial a España en octubre de 1983 y han estado innumerables veces en nuestro país para asistir a eventos de la familia real española o griega, como el enlace de los actuales Reyes.
El mundo de la cultura tiene una gran importancia en la vida de Margarita como mujer y como soberana. En los años 80 tradujo al danés, con la ayuda de su esposo, “Todos los hombres son mortales” de Simone de Beauvoir. Ilustró en 1991, una edición de El Señor de los anillos de Tolkien y la edición de los poemas del príncipe Enrique en 2000; ha diseñado sellos vendidos durante varias Navidades con fines benéficos. También ha diseñado decorados y vestuario para el Ballet Real de Copenhague, así como decorados para varios cuentos de Andersen, representados en teatro. En 1991 escribió el libro El oficio de Reina en el que reflexiona sobre su trabajo y sobre otras interesantes cuestiones. Un párrafo de ese libro dice: “la monarquía tiene la virtud de ser un catalizador para la mayor unión de los pueblos que habitan un país […] mi trabajo no finaliza nunca, me ocupa 24 horas al día los 365 días del año, es un trabajo para el que me preparo día día y con el que debo responder ante mis antepasados y ante mis sucesores”.
El príncipe Enrique, a su vez publicó en 1996 un libro de memorias en francés titulado Destin oblige en el que relata sus experiencias de infancia y de juventud en Asia, sus viajes por el mundo, su amor por la cultura y su difícil adaptación a un nuevo país, idioma, religión, costumbres y, sobre todo, a un trabajo en el que siempre debe estar en segunda posición. Algo que no fue nunca de su agrado y lo expresó públicamente.
Enrique se ocupó intensamente de la educación de los príncipes Federico y Joaquín. La reina deja claro en una entrevista: “no he sido una buena madre, no he estado lo suficiente con mis hijos. Me ha faltado tiempo aunque haya contado con la ayuda eficaz del príncipe; a pesar de ello, mis hijos son unos jóvenes sanos e independientes”. En 2017 se anunció que el príncipe Enrique sufría demencia senil y se retiraba definitivamente de la vida pública, pasando un tiempo en su residencia francesa del castillo de Caix. Unos meses después se anunció que sufría un tumor en el pulmón, falleciendo el 14 de febrero de 2018.
En 2020 la reina cumplió 80 años en plena pandemia del covid, y llegaron a palacio mensajes de todas las casas reales del mundo y de millares de particulares.
Las celebraciones de su cumpleaños se hicieron coincidir con las del Jubileo de Oro de 2022-23, con diversos actos que se están realizando por todo el reino, solamente interrumpidos por los fallecimientos de su prima la reina Isabel II en septiembre de 2022 y de su cuñado el rey Constantino II en enero de 2023 y por su reciente operación de espalda, de la que se ha recuperado perfectamente.
Margarita II la reina artista, que ha sabido aliar la tradición con la modernidad, que ha mostrado un carácter firme y a la vez diplomático, atrevida y tímida, a quien gusta la tranquilidad del campo y las grandes fiestas de la realeza internacional; intelectual, cosmopolita, fumadora empedernida, trabajadora, madre y esposa. En fin, una mujer de nuestro tiempo.
Sobre el autor
Datiu Salviá Ocaña (Lérida, 1964) es historiador y profesor de Historia. Ha publicado numerosos artículos sobre historia dinástica y genealogía en revistas especializadas nacionales e internacionales. Recientemente ha publicado un libro sobre las seis hijas del rey Miguel I de Portugal, antepasadas de numerosas casas reales y principescas europeas.