Stéphane Bern: “Monarquía y democracia son las dos caras de una misma moneda”

El periodista Stéphane Bern, especialista en realeza, nos recibe en el Collège Royal et Militaire de Thiron-Gardais, en la región francesa de Perche, donde reside actualmente, para hablar del papel y el significado de la monarquía en nuestras democracias modernas.
Stéphane Bern. © Scarella. Fuente: tvmag.lefigaro.fr
Stéphane Bern. © Scarella. Fuente: tvmag.lefigaro.fr

Stéphane Bern es un destacado presentador de la televisión francesa, conocido sobre todo por su programa Secrets d’Histoire, que comenzó a emitirse en France2 en 2007 y que ha permitido a millones de telespectadores redescubrir la historia de reyes y reinas a través de los lugares que han habitado o, simplemente, visitado. Para abordar la historia de la monarquía española, el programa evocó las figuras de Isabel la Católica, Carlos V y Juan Carlos I.

“La Historia está de vuelta”, afirma el periodista, que en sus viajes se cruza constantemente con padres y madres que le agradecen que haya inculcado a sus hijos el gusto por esta materia. Al ser un tema árido, la Historia necesita ser “familiar” y “carnal” para ser comprendida, añade inmediatamente. Al relatar los destinos de hombres y mujeres que vivieron, amaron y sufrieron, Stéphane Bern pone de relieve una serie de pasiones humanas en las que todo el mundo puede identificarse en algún momento de su vida. Se trata de transmitir una historia profundamente humana, con el objetivo primordial de “unir los recuerdos, reconciliarlos en lugar de dividirlos”. Este método parece funcionar a las mil maravillas y el programa no deja de atraer a nuevos aficionados de todos los horizontes: la familia del presidente francés Jacques Chirac o la Familia Real belga han manifestado al periodista lo mucho que disfrutan con cada entrega del programa.

Stéphane Bern, condecorado por la reina Isabel II. Fuente: intermedes.com
Stéphane Bern, condecorado por la reina Isabel II. Fuente: intermedes.com

Juan Carlos I: el héroe de su infancia

Más allá de un simple relato de hombres y mujeres con una trayectoria singular, y en un momento en que tantas estatuas están siendo atacadas en todo el mundo, Stéphane Bern quiere explicar los aspectos cruciales de la historia: “Cada estatua, cada personaje que representa, tiene una parte de sombras y otra de luces. Tenemos que contar toda la historia. El conocimiento histórico evita reproducir las páginas más oscuras de nuestra historia”. Y es en este conocimiento histórico donde radica el papel que pueden desempeñar hoy las monarquías. Un papel que no es otro que el de “transmitir los valores tradicionales del pasado conjugándolos en presente”, una misión sagrada, la de dar ejemplo en una sociedad en la que ya nadie es ejemplar ni pretende serlo.

Fascinado desde niño por la Familia Gran Ducal de Luxemburgo, país del que también es ciudadano, y condecorado por la reina Isabel II en persona con la Orden del Imperio Británico, Stéphane Bern ha conocido a la emperatriz Zita, al archiduque Otto de Habsburgo, al rey Bhumibol de Tailandia, a Enrique VI, conde de París, a Simeón de Bulgaria, a la gran duquesa María-Teresa de Luxemburgo…

Stéphane Bern junto Don Juan Carlos. Archivo personal del periodista
Stéphane Bern junto Don Juan Carlos. Archivo personal del periodista

Pero guarda en lo más hondo de su corazón un grato recuerdo de sus encuentros con el rey Don Juan Carlos: “Es fascinante porque la primera vez que vi a Juan Carlos fue en París. Vino en visita de Estado en 1985. Yo era muy joven, tenía 22 años. Volvía del Ayuntamiento y llegué pronto al Elíseo y no sé por qué no había nadie, nadie, nadie. Me senté en la escalinata y oí una voz detrás de mí que decía: ‘¿Qué hace usted aquí?’ Era el presidente François Mitterrand. Le contesté ‘estoy esperando al Rey’. Me dijo ‘venga conmigo y le esperamos juntos’. Y entonces recibimos al rey Juan Carlos. Le volví a ver no hace mucho, y es una persona muy divertida, muy cálida, muy simpática. Era mi héroe de la infancia. Recuerdo que cuando tenía 12 años, escribía en mis memorias que ‘la dictadura terminará, y el rey subirá al trono y restaurará la democracia’. Yo era un auténtico juancarlista.” Decepcionado por los últimos años del reinado de Don Juan Carlos, Stéphane Bern no se olvida de recordar lo importante que es este rey para la historia de España: “Entre 1975 y 1978, Don Juan Carlos tuvo todos los poderes en sus manos; podría haber sido el heredero del franquismo, pero renunció a ellos trabajando con el presidente del Gobierno para instaurar la democracia en España, aprobando la Constitución, organizando las primeras elecciones libres en 1977…”.

Su admiración por la esposa de Don Juan Carlos sigue, en cambio, intacta. Doña Sofía, “reina entre las reinas, una profesional extraordinaria”, está dotada, según Bern, de “un sentido único de la dedicación, del compromiso e incluso del sacrificio. Hay algo de sacrificial en ella. Es una mujer admirable. Cuando digo ‘reina’ es porque piensa en los demás, y a cada gesto que tiene un significado simbólico, piensa en servir al país, en seguir sirviendo a los españoles. Esta mujer ha llevado de verdad los colores de España. Desempeñó un papel importante y espero que algún día la historia reconozca la relevancia que la reina Sofía tuvo para España en la restauración de la democracia. Pero también el papel que sigue desempeñando, por ejemplo cuando la veo con una bolsa de basura limpiando las playas, cuando la veo seguir luchando para ayudar a los jóvenes desfavorecidos…”.

La Monarquía integradora, pieza clave de la democracia

A la luz del reinado de Don Juan Carlos, que llegó a su fin el 18 de junio de 2014, y de la trayectoria intachable de su heredero, Felipe VI, Stéphane Bern hace balance: “Lo que no debemos olvidar nunca es que monarquía y democracia son las dos caras de una misma moneda, y que la democracia es tanto más sólida por tener una Corona que la protege“. En efecto, la monarquía garantiza la democracia estableciendo un equilibrio de poderes, al tiempo que destaca por los servicios que presta a la nación. A diferencia de las repúblicas, que requieren elecciones periódicas y, por tanto, sucesivos candidatos, su poder reside en su independencia, ligada a su carácter hereditario.

Nuestro entrevistado junto al rey Juan Carlos en una cena privada en Montecarlo, 2016. © David Niviere
Nuestro entrevistado junto al rey Juan Carlos en una cena privada en Montecarlo, 2016. © David Niviere

“Para no disgustar a los políticos que sueñan con estar en su lugar, los soberanos de hoy tienden a no defender su posición -se queja el periodista-. Pero es importante decir que la monarquía es también lo que impide que los extremos lleguen al poder, porque siempre habrá un poder independiente por encima de las fuerzas políticas. Se puede llegar a jefe de Gobierno, pero no a jefe de Estado; no se puede encarnar a la Nación”, añade Stéphane Bern, que proyecta la realidad española en el espejo de una república como la francesa: “siempre hemos puesto este ejemplo: si un partido extremista llega al poder en Francia a través de las elecciones presidenciales, no hay ningún contrapoder. En España, si un partido extremista llega a la jefatura del Gobierno a través de las elecciones legislativas, siempre estará el rey o la reina encima. La gente no parece darse cuenta. La monarquía siempre parece decorativa. Siempre se ven los vestidos largos, las tiaras, los uniformes, el desfile. Pero es como una piedra angular. Una piedra angular parece decorativa, pero si la arrancas, toda la catedral se derrumba.”

Stéphane Bern insiste, porque ahí reside el valor esencial de la institución: “la fuerza de la monarquía es precisamente que está por encima de los partidos, que reúne en torno a un valor común -la Corona- a todos los componentes de una Nación: sus regiones, sus autonomías, sus lenguas, sus creencias. La misión de la monarquía es cohesionar la nación, garantizar una comunidad de vida y, para ello, ser el símbolo de la permanencia y la continuidad, de la independencia y la cohesión nacional”. En este sentido, “el rey Felipe VI ha tenido una trayectoria intachable. Ha sabido darle la vuelta a las cosas: sobriedad, transparencia total, sencillez. Sobre todo, ha heredado de su padre y de su madre ese contacto directo con el pueblo. Le conocí en el Elíseo cuando vino a ver al presidente Hollande. Cálido, amable, hablaba un francés perfecto, tenía la impresión de tener un rey para los republicanos.”

Stéphane Bern recibe a <i>España Real</i> en su casa de Thiron-Gardais
Stéphane Bern recibe a España Real en su casa de Thiron-Gardais

Todo ello habría encontrado su eco en la sociedad española. “Creo que la monarquía tiene una legitimidad real ante la opinión pública -afirma categóricamente el periodista-. Me llama la atención la diferencia entre el tratamiento que se da a la monarquía en la prensa española y la realidad sobre el terreno. Allá donde van el rey o los miembros de la Familia Real, son aclamados en todas partes. Es fascinante. Por suerte tenemos Instagram, Twitter y Tik-tok para mostrarnos lo que realmente está pasando. Si lees la prensa española en el extranjero, tienes la sensación de que esta familia es odiada y que la monarquía va a caer mañana, mientras que en los vídeos de Instagram lo que se ve constantemente es una Familia Real popular, uniendo a la nación.”

Para terminar, Stéphane Bern lanza una mirada muy positiva hacia futuro. En particular, señala que “la próxima generación de soberanos y soberanas ya ha demostrado una marcada conciencia de los problemas de nuestro tiempo: el cambio climático, las dificultades democráticas… De Isabel de Bélgica a Catalina Amalia de los Países Bajos, pasando por Guillermo y Kate Middleton, estos jóvenes príncipes -y sobre todo princesas, ya que el futuro de las monarquías europeas será más bien femenino- son conscientes tanto del mundo que les rodea como de sus responsabilidades ante la historia, y esto es tranquilizador.” Por su parte, la Princesa de Asturias, heredera del trono de España, que poco a poco se va haciendo notar en la vida pública, “puede ser ciertamente discreta, pero está realizando una carrera perfecta para una joven de menos de 20 años”. Sus discursos demuestran “inteligencia, seguridad en sí misma y altura de miras”. El 17 de agosto, la Princesa comenzó, además, su formación militar en Zaragoza, dando a la monarquía española un toque moderno y tradicional, prueba de la vitalidad de la monarquía combinada con la democracia.

Sobre los autores

Cécile Hupin es diplomada por l’École du Louvre y posee un master en Historia cultural por la Universidad de la Sorbona. Apasionada por la nostalgia de la monarquía bajo la Tercera República francesa, ha realizado investigaciones sobre la historia de grandes colecciones de muebles y objetos de arte de los siglos XVIII al XIX. Actualmente es profesora de Historia y Geografía en Secundaria.

Zorann Petrovici es el director de España Real. Historiador especializado en la historia de la Monarquía y de la diplomacia contemporáneas, actualmente es profesor invitado en la Universidad de Paris I Panthéon-Sorbonne.