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Entrevista al Secretario General Iberoamericano: “El Rey se presenta en América Latina como un latinoamericano”

Enrique V. Iglesias. Fuente: SEGIB
Enrique V. Iglesias. Fuente: SEGIB
Enrique V. Iglesias. Fuente: SEGIB
Enrique V. Iglesias. Fuente: SEGIB

España Real: ¿Por qué surgen las cumbres iberaomericanas?

Enrique Iglesias: Surgieron en un primer lugar por una iniciativa que en buena medida tuvo que ver con el propio rey y al mismo tiempo dos personajes estuvieron muy activos en la idea,: el presidente del gobierno español, don Felipe González y el presidente de México, don Carlos Salinas de Gortari. Yo participé también en algunos de aquellos debates preparatorios de este evento, que por lo demás estuvo muy ligado a todos los eventos del V Centenario. El rey se sumó a esta iniciativa y fue uno de los propulsores con gran entusiasmo, al punto que no ha faltado a ninguna de las cumbres y siempre es una pieza central, no solamente en la movilización de la cumbre sino en la atracción a la misma. Yo creo que su figura y la cumbre están totalmente identificadas y eso hace que juegue un papel tan importante en la convocatoria y en la realización de las mismas.

¿Cuál es la posición de España dentro de estos encuentros de la Comunidad Iberoamericana?

España ha sido el eje central de la iniciativa desde su partida. Para España, América Latina constituye en primer lugar una relación humana, y con corrientes migratorias que hoy van para allá como ayer venían para acá. Y a parte de eso, España es el primer o el segundo inversionista en los países de América Latina. Entonces, hay una gran afinidad entre España y América Latina, hay un espíritu iberoamericano, una identidad iberoamericana perfectamente reconocible. Constatamos que la sociedad se ha ido uniendo para hacer cosas con el apoyo de esa estructura común que tienen de tantos años.

Julián Marías en su libro La Corona y la Comunidad Hispánica de Naciones señala a la Corona española como la institución que debe animar y guiar los esfuerzos para que esa Comunidad Iberoamericana sea una realidad. Él lo argumenta haciendo hincapié en que desde los inicios de las relaciones entre ambas orillas fue la Corona el enlace primordial. ¿Tiene vigencia hoy esa idea?

La Corona es una institución muy apreciada en América Latina porque el Rey se ha entregado de forma muy directa a visitar América pero también a considerar América como algo que está muy cerca de su propia acción monárquica. El Rey se presenta en América Latina como un latinoamericano. La gente ha percibido eso, lo quieren y al Príncipe, otro tanto. Don Felipe ya tiene más de sesenta participaciones en transmisiones de mando. La Corona por lo tanto es apreciada en América Latina y creo que las cumbres se han beneficiado mucho de ese aprecio porque el Rey tiene en sí mismo un gran poder de convocatoria que nos ha servido mucho.

Don Enrique Iglesias es recibido por Su Majestad el Rey © Casa de S.M. el Rey / Borja Fotógrafos

Donde quizás se haga más patente la función de representación internacional que corresponde al Rey es en Hispanoamérica. ¿De qué manera influyó este hecho en los tiempos de transición democrática de España y, más tarde, de algunas de estas naciones?

La tuvo. El Rey en sus visitas se convirtió en un factor de libertad y de empuje a la democratización. Uruguay, mi país, es un caso típico. La presencia del Rey en Uruguay fue fundamental para tener por primera vez, en la embajada de España, a todos los países políticos de oposición y al propio gobierno. Y eso fue un punto inicial de lo que sería después la democratización de Uruguay y así se le reconoce.

Y en cuanto a España, se le vio por supuesto como una figura central y, desde luego, el momento del 23F fue un hecho muy importante. Pero a parte de eso, yo creo que se le ve como un gran amigo de la región y hoy por hoy, España, que necesita de esas relaciones con América tanto o más que lo que necesita América de la península, es un gran capital que tiene, y ese capital está alimentado por la Corona, que es muy confiable en América Latina, con regímenes que van de la derecha a la izquierda. La representación que hace el Rey en América Latina es de una enorme importancia para todo lo otro.

¿Hay consenso en los diferentes países acerca de los mecanismos que gestionan la Comunidad Iberoamericana?

Sí, pero en la reunión de Cádiz, a propuesta del gobierno de España, se declaró que había que actualizar esas relaciones en función de las nuevas realidades. Hoy no es el año 91, estos países tienen otra dimensión, otro tipo de problemas, han crecido, mientras que entonces era España el país vigoroso, hoy tenemos otros países con mayor producto [interior bruto], como es el caso de Brasil. Entonces, de alguna manera, hay una relación mucho más balanceada entre las dos orillas del Atlántico.

Un periódico nacional señalaba que tras su salida de la Secretaría General y con el paréntesis de dos años tras la cumbre de Panamá, hay alto riesgo de que la Comunidad Iberoaméricana languidezca hasta desaparecer. ¿Cabe pensar en esa tesitura?

Yo no creo que esto sea así. Va a venir alguien que va a ser muy capaz y las ideas no le van a faltar. Y los equipos tampoco. Cuando llegamos acá teníamos muy poquita gente, entró nueva gente y se armaron las cosas. Las instituciones se mueren por irrelevancia, que es una forma horrible de morir, pero yo no auguro esto para esta casa ni mucho menos.

Viendo algunos de los acuerdos y compromisos de estos encuentros podemos afirmar que es en nuestra época cuando se alcanzan los proyectos que hace más de un siglo Rafael Altamira tras su viaje a América había señalado como propicios para estrechar los lazos culturales, intelectuales y sociales entre las dos orillas del Atlántico: intercambio educativo, universitario, de investigadores, conocimiento mutuo de las realidades sociales…

Ojalá hubiera más plata para hacer más. La [Fundación] Carolina por ejemplo ha sido un gran instrumento en ese sentido. Cuando daba dos mil becas por año… eso hoy en día bajó a la cuarta parte debido a la falta de recursos. Sería importante que se entendiera que la [Fundación] Carolina fue por su programa de becas un verdadero embajador de buena voluntad para acercar a la gente joven de las dos orillas del Atlántico y, por lo tanto, un gran valor para la marca España como tal. Ojalá que la situación económica permita revertir cuanto antes la situación actual para volver a los niveles que tuvo antes o más aún. Nosotros tenemos un programa de intercambio de estudiantes y jóvenes profesores investigadores – el plan Neruda, tenemos también actividades de convocatoria de la gente joven… hay un interés muy grande para poder movernos en materia de comunicación y apoyo de la gente joven, especialmente en estos momentos que necesitamos pensar en el futuro y si se piensa en el futuro, hay que pensar en la gente joven.

Don Juan Carlos entre Mariano Rajoy y el Secretario General Iberoamericano, quien pronuncia su discurso en la Cumbre de Cádiz.

¿Qué tiene que decir la Comunidad de Iberoamérica a nivel mundial?

Ha habido siempre en las declaraciones de los gobiernos el interés en la proyección internacional de Iberoamérica. Esa proyección la está teniendo, en el lado económico sin duda ya que este continente americano está empezando a ser la primera potencia emergente del mundo occidental. Y en el campo cultural, América Latina se presenta hoy como una potencia muy fuerte; no tenemos que envidiar nada a nadie, desde la pintura hasta la literatura pasando por la música o las artes escénicas. En todas partes hay una vigorosa cultura que nos da por tanto una presencia internacional muy grande. Ahora bien, siempre se puede hacer más y acentuar la presencia en el mundo es muy importante. Los valores iberoamericanos se van a convertir en pieza clave a nivel mundial porque son valores que hacen bien a la humanidad, tienen que ver con los derechos humanos, con la libertad, la democracia y, como nosotros creemos en eso, estamos en condiciones de poder exportarlos con convicción.

Fue usted ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay tras la restauración de la democracia en este país [1985]. ¿Cuáles fueron los retos a los que se enfrentó?

Uno muy específico, que fue ayudar al presidente de la República a la rápida inserción del país en la comunidad internacional. Yo venía con una gran experiencia institucional habiendo estado 15 años en la CEPAL [Comisión Económica para América Latina y el Caribe, de las Naciones Unidas] y anteriormente en algunas actividades internacionales y eso me permitió ser un instrumento para la aceleración de las relaciones internacionales en un momento además en que había una crisis de la deuda. Me nombraron Secretario del Grupo de Cartagena, de los ministros de Relaciones y de Economía. Nos sumamos a las acciones del Grupo Contadora*, fuimos los creadores del grupo de apoyo a Contadora junto con Brasil, Perú y Argentina, tuvimos que destramar algunas cosas que habían quedado mal ajustadas en la dictadura como por ejemplo, abrir relaciones con Cuba, con China… todo lo que dio lugar a que Uruguay se proyectó y mi tarea fue ayudar en esa tarea de proyección.

El embajador francés Delaye se refirió a usted como humanista. ¿Cómo ha influenciado su carácter humanista en los ámbitos económico e internacional de su carrera profesional?

Yo creo sinceramente que todo lo que estamos haciendo en lo político, en lo económico o en lo social tiene sentido si realmente aterriza en la mejora de la calidad de vida de la gente, pero también en los valores fundamentales en los que creo y que son los valores del mundo occidental, y que no son replicables en todas partes exactamente en la forma en que están formulados. Pero creo que la Humanidad, más tarde o más temprano, va a tener que reconocer que, si queremos convivir en paz y en un mundo de mutuo respeto, vamos a tener que seguir defendiendo esos valores. Luego, yo creo que la humanización es pensar que todo esto tiene un sentido si es capaz de servir a la persona y hacerla desarrollarse íntegramente en lo espiritual y en lo material.

Zorann PETROVICI

*Grupo Contadora fue una instancia multilateral establecida por los gobiernos de Colombia, México, Panamá y Venezuela, en 1983, para promover conjuntamente la paz en Centroamérica. A ella se sumó el Grupo de Apoyo a Contadora, integrado por Argentina, Uruguay, Brasil y Perú.